Ana E. Giorgana
El
amor exagerado, obsesivo y lleno de necesidad es lo que se denomina la adicción
al amor. En este sentido amar se convierte en adicción, en necesidad, en
exigencia, en adicción al amor.
La
adicción al amor es como cualquier otra droga. Mientras están los efectos que
anestesian la realidad, todo marcha de maravilla, todo parece estar sobre
nubes. No existe lugar para nada más, más que para vivir la adicción al amor.
La
adicción al amor, en este estado, promueve la solidaridad, el bienestar. Pero
esta sensación no dura tanto tiempo. Llega un momento, en que los efectos de
cualquier droga, pasan. Se esfuma. Acaban. Sin embargo, en la adicción al amor
se quiere con más intensidad y se necesita aún más.
En
la adicción al amor, la droga es el otro, la relación, el amor, la presencia.
El problema es que el otro puede o no querer nuestro objeto de adicción. Y, es
precisamente, en ese momento, que empezamos a sufrir por su amor.
En
la adicción al amor se deposita en la pareja toda la vida afectiva, entonces,
es por definición que la relación de pareja se vuelve una fuente de
frustración, dolor, angustia, control, celos exagerados y una excesiva atención
para que no existe el abandono.
En
la adicción al amor existe una susceptibilidad exagerada frente a lo que sucede
en la pareja. En otros artículos, he abundado, sobre las diferentes necesidades
que se quieren satisfacer en el vínculo con la pareja: seguridad, protección, amor, cariño, etcétera. leer más