En realidad Isabel ya no quiere vivir con Raúl, no sabe cómo decirle que ya no le ama.
Tiene miedo de las reacciones de él, no porque sea violento sino porque ha sido tan bueno conmigo que no se cómo decirle que no lo amo.
Creo que en realidad lo único que siente por él es cariño pero no amor.
No encuentro el momento para decirle adiós.
No sé cómo lo va a tomar.
Tengo miedo de lo que pueda pasar si lo dejo.
Él depende demasiado de la relación. No tiene amigos. Solo va del trabajo a la casa y de la casa al trabajo.
En realidad, vive solo para estar conmigo.
Yo no lo quiero.
Estoy pensando hacer un cambio en mi trabajo para que así podamos distanciarnos.
Isabel le da tantas vueltas a sus sentimientos y a su situación que acaba por no decidir su vida.
Se siente culpable porque ya no ama a Raúl.
Se siente culpable por lo que pueda pasar.
Se siente culpable de que él se sienta mal.
Lleva siete meses tratando de poner las cosas en claro con él pero no se atreve.
Quiere pero no puede.
Cuando vivimos teniendo sentimientos de culpa intensos los resultados son devastadores para la vida emocional.
Toleramos lo que no deseamos vivir y vivimos esperando que algún día las cosas cambien.
Finalmente, las relaciones terminan porque son insostenibles cuando uno de los dos miembros de la relación ya no quiere estar en esa situación.
Se crea un desequilibrio emocional.
Uno de los dos se siente tratado injustamente y traicionado.
En mi artículo sobre la herida de traición y su impacto en la vida de pareja hablo sobre este tema tan doloroso para ambos
Isabel decidió terminar con Raúl cuando ella salió en un viaje de dos meses por cuestiones de trabajo. No se atrevió a enfrentar su situación personalmente. La culpa la invadió durante algún tiempo.
Isabel necesita cerrar ciclos en su vida y lo ha empezado a trabajar.
"Gracias Ana porque con tu apoyo y el libro de conquistar la libertad emocional he podido ir saliendo de este doloroso trance para terminar una relación que no nos convenía a ambos"
Ana Giorgana
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