Me
parece que ahora sí llegó el momento de dejar esta relación. Lo he dicho muchas
veces y más lo he intentado, cada vez, que lo intento me muero de miedo y no sé
cómo terminar de tomar esta decisión. Así se expresa Lucía en su historia.
Lucía
está totalmente cierta de que su relación de pareja es tóxica y destructiva. Sabe
que sufre más de lo que puede gozar en la relación de pareja, sin embargo,
pareciera que un poder más grande que ella misma la obligara a regresar una y
otra vez a los brazos de su amado.
El
amor de Lucía es
adictivo. Quiere dejarlo pero no puede. Desea ardientemente dejar de estar
en esa relación de pareja, pero siente que no puede sola.
Lucía
se siente muy amenazada con todo lo que Luis le dice: “ tú no vas a poder sola
sin mi”.
Lucía
se lo ha creído. Luis ha sido por años el centro de su atención y de su vida,
por tanto, ella cree que de verdad, no puede vivir sin él. Y, lo que es peor,
tampoco puede vivir con él.
Lucía
considera que parte del problema en su relación de pareja son las formas en las
que
Luis la trata: es violento, la ofende, la amenaza y no reconoce nada de lo
que ella hace o dice, por el contrario, la exhibe en público.
Cualquier
persona en su sano juicio puede darse cuenta que Lucía se encuentra en una
relación con rasgos violentos y controladores.
Y, Lucía depende emocionalmente de esa pareja controladora.
Lucía
desea contar con una mejor relación de pareja y Luis también, pero la única
diferencia, es que Luis tiene el control afectivo de Lucía. Y ella se siente paralizada y llena de miedo.
En
este momento, ella ha tomado la decisión de acudir a una terapia para mejorar
su autoestima.
Y,
una vez que entienda qué le pasa tomar la decisión de dejar o no a Luis.
La
realidad, es que Lucía antes de llegar a la Terapia ya ha tomado la decisión de
romper con Luis, sin embargo, no sabe cómo hacer frente a sus sentimientos:
- Miedo.
- Pavor.
- Culpa.
- Soledad.
Estos
sentimientos son normales frente a cualquier ruptura, pero para Lucía son
devastadores en el sentido de que piensa que no podrá sola. Luis tiene razón,
ella no puede consigo misma sin él.
Creencias
muy arraigadas.
La
terapia de Lucía se ha centrado en que ella pueda ir tomando fuerza para
afrontar sus propias emociones, tiene que estar alerta de cuáles son los
mecanismos que la llevan de nuevo a vivir dentro de una relación conflictiva y
violenta.
La
dependencia emocional de Lucía está al borde de jugarle una mala pasada. No puede
más, su salud se deteriora cada día más, está estancada, vive con miedo y llena
de resentimiento.
Por
lo pronto, ha decidido una separación temporal. Él no quiere aceptarlo. Está enojado
y celoso. Pero ella, en esta ocasión se ha sostenido. Ella se ha mudado a un
departamento y desde hace tres meses vive sola.
Los
primeros días de la separación, Luis la buscaba intensamente. Ella se ha
sostuvo y le pidió respeto para su decisión. Luis poco a poco se ha ido
apartando. Él abusa del alcohol.
Ella ha emprendido un camino de mayor salud:
ejercicio, lecturas, mayor productividad, buscar a sus amigos y entró a tomar
clases de jardinería.
En
un lapso de tres meses, Lucía ha cambiado de una manera sorprendente. Ahora,
puede estar sola y ocuparse de sí misma.
Y,
por supuesto, ha pedido a Luis el divorcio y la separación definitiva. Por momentos,
se arrepiente, quiere volver, sabe que es una adicción y que sería
contraproducente, regresar al mismo escenario, por tanto, se siente libre y
llena de energía para emprender un nuevo proyecto de vida.
Para ello, hemos trabajado sobre el libro de trabajo sobre Cómo Vencer la Dependencia Emocional y Ser Feliz, que lleva mediante diversos ejercicios a superar las cadenas de la dependencia emocional.
Ana E. Giorgana