A lo largo de mi práctica profesional como terapeuta escucho una gran cantidad de historias, preguntas y quejas acerca de las relaciones de pareja
Existen diferentes formas de amar y cada una tiene su particularidad y riesgos.
No existe una sola manera de estar en pareja, ni existen reglas, cada pareja va delineando sus formas de amar y formas de interactuar.
El amor es un concepto, una idea que tiene que ver con la forma en cómo nos enseñaron de acuerdo a la cultura y nuestra familia.
La familia es un modelo de relaciones que generalmente, reproducimos en el mundo externo, es lo que conocemos.
En esta misma línea, comprendemos que el amor toma diferentes rostros y líneas de expresión. Yo he logrado identificar algunas formas de amar:
El amor romántico:
Un amor que solo se entiende a través de la idealización.Un amor que desea permanecer así todo el tiempo: con detalles, con piropos, con atención plena en la pareja, y sobre todo, con demostraciones amorosas, dulces y románticas en el día a día.
Un amor para soñadores que tienden a desilusionarse con mucha frecuencia del amor, de la pareja y de sus relaciones.
El amor de amalgama: un amor fusionado y dependiente.
Un amor lleno de angustia, miedos y apegos. No logran separarse de la pareja ni un minuto física y emocionalmente.
El temor al abandono lo domina y se reactiva frente a cada separación corta y prolongada.
El amalgamado establece relaciones de intensa dependencia emocional.
Por cierto, que las nuevas tecnologías y redes sociales incrementan este apego y la satisfacción inmediata de ser vistos, mandan mensajes, desean que les contesten pronto, y de no ser así, hacen un gran conflicto alrededor de la falta de respuesta rápida e inmediata.
El amor asfixiante:
Tanto te amo que acabo por controlarte, te reclamo en aras de mi gran preocupación por ti.
Deseo saberlo todo: dónde estás, con quién estás, a qué hora regresas.
Las redes sociales y los dispositivos móviles se vuelven aliados de este amor que asfixia y que tiene como base: no te tengo confianza ni a ti ni a mi.
El amor destructivo:
Un amor que lejos de hacernos crecer y compartir nos lleva a la violencia, al sufrimiento y al dolor.
Un amor solo para valientes. Las personas se encuentran en ese lugar en el qué todo el tiempo existe conflicto, agresiones, falta de diálogo, críticas, mutismo, descalificaciones y no existe canales sanos para llevar a buen puerto la relación.
El amor codependiente:
Este amor se refiere a estar en pareja con una persona que tiene una adicción: alcohol, substancias, ejercicio, comida, trabajo, etcétera.
La persona codependiente está muy pendiente de la adicción de la persona y desea que deje de hacerlo para poder vivir feliz y en paz.
El codependiente tiene un gran trabajo personal por hacer, pero está más enfocado a su pareja que a sí mismo, sin darse cuenta que su manera de actuar incrementa su adicción.
También existen parejas que viven a través de la infidelidad, la violencia o bien, la injerencia de su familia extensiva. Todos los estilos tienen sus formas de vivir.
Sí te has enamorado y sufres y te sientes identificado con algunas formas de amar, no dudes en consultar a los especialistas. La psicoterapia es un camino para el crecimiento personal que te lleva a tomar decisiones mejores para tu calidad de vida emocional.
En mi libro Cómo Recuperar la confianza en el amor hablo sobre los riesgos de amar a una pareja y cómo poder realizar un proyecto de vida en común. Puedes consultarlo aquí
Especialista en Terapia de Pareja
Y Prevención Familiar y Social
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