Ester está altamente comprometida con una pareja que tiene una vida de matrimonio estable. Se han conocido en el trabajo, pero él insiste en quererla demasiado como para dejarla. Ella está enamorada y sueña y suspira por él. Considera que algún día ganará esa batalla. Ester es tan linda que considera que con ello será suficiente.
Por supuesto que todas las promesas que Rodrigo le ha hecho nunca llegan a cumplirse. Su relación es limitada: solo entre semana algunos días, solo unas horas y los fines de semana jamás.
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Sucedió Rodrigro se desapareció como por arte de magia en su vida. No le volvió a llamar, no la volvió a buscar, no le ayudó económicamente y por supuesto, que hasta el día de hoy no sabe nada del niño.
Ester se siente muy tranquila con su decisión, pero su corazón está resentido.
¿En dónde quedó tanto amor?
¿En dónde quedaron tantas palabras y promesas?
¿En dónde está el Rodrigo que ella conoció?
¿Cómo se fue tan pronto de su vida?
¿Por qué huyó?
Existen una infinidad de preguntas que Ester tiene en su mano, pero ninguna logra dar en el blanco, en el fondo, no existe ninguna, esa relación, era una relación de amantes y este tipo de vínculos tienen sus propias reglas.
Rodrigo la amaba como su segunda pareja. La amaba así, solo como una relación en secreto, solo para ellos dos y cuando las circunstancias cambian él huye despavorido porque no está preparado para salir de una situación de esta naturaleza.
Simplemente su familia es primero y no existe nada más alrededor de ello. Ester tiene una gran sed de venganza, pero al final, considera que tiene que ver por su embarazo y por su bienestar.
Las relaciones de amasiato son así, la desilusión es enorme cuando se sale del secreto, de lo prohibido, de lo inexplicable.
Ana Giorgana
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