Esperar, es tener fe, tener ganas que algo ocurra en nuestra vida en pareja.
Y eso está muy bien cuando se trata de mí persona y de mis compromisos conmigo mismo.
Sin embargo cuando centro mi esperanza en que mi pareja haga o deje de hacer algo,
entonces empezamos a tener dificultades y por supuesto, que esta espera nos mantiene angustiados, desesperanzados, tristes,
llenos de rabia, por momentos de culpa y paralizados, entre otros muchos sentimientos.
Pero cuando tenemos la esperanza de que mi pareja cambiará para tener una relación en armonía, seguramente la estamos pasando muy mal.
Ana Giorgana