En mundo como el de hoy, el alcoholismo se ha convertido en una forma
de socializar.
Los jóvenes, cada vez incursionan en edades más tempranas en esta
adicción.
Aun cuando el alcoholismo es una enfermedad, no por ello, se justifican los
estragos que deja en la vida
de la persona adicta, en su pareja y en sus familias.
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La gran mayoría de las parejas de alcohólicos, tratan e intentan por todos los medios de que sus
parejas dejen de beber o bien que moderen su consumo.
Al estar tan pendientes de su forma de beber se tornan codependientes de la pareja.
Tratan e intentan controlar cuánto bebe, cómo bebe,
con quién bebe, etcétera.
Siempre están con la inseguridad y la premura de sí llegará o
no alcoholizado, o sí llegará.
Algunas parejas llegan a los extremos de salir a buscarlos y
rescatarlos de los lugares
dónde se encuentran para evitar que sigan bebiendo.
Otras esconden la bebida, algunas más sufren cada reunión
porque no saben lo que sucederá después de algunas copas.
Los alcohólicos tienen muchas formas de reaccionar,
unos presentan a la tercera copa,
transformaciones en su personalidad,
pueden volverse, violentos, provocadores, hirientes o coquetos y sínicos.
Como dicen los jóvenes, "mala copa".
Otros comportamientos son la dependencia,
la pasividad y su mayor diversión
es sentarse a beber hasta que se embrutecen
y ya no disfrutan con la pareja.
Desde mi punto de vista, la relación con el alcohol
es una historia de amor.
Para el adicto no existe nada más importante que la bebida.
La ama, la aprecia, la busca, abusa de ella, no puede estar sin ella,
y además, no tolera que nadie le diga nada en su forma de beber.
No lo acepta, piensan que la pareja exagera.
Vivir con un alcohólico es escuchar palabras, como: yo lo puedo controlar.
Y de nueva cuenta, en menos de dos días, vuelve de nuevo a las andadas.
Es por todos conocidos, que el alcoholismo es una enfermedad y
requiere tratamiento y de una intervención profesional.
Pero nadie va a tratamiento sí no está convencido y ha aceptado su adicción.
La pareja, aunque quiera, se lo diga, se lo haga notar,
sólo estará en constante pleito y conflicto, además de que el alcoholismo,
es una de las causales de la violencia doméstica y familiar.
Las parejas de alcohólicos, son personas fuertes pero
también dependientes de la forma de beber de su compañero.
Son tolerantes, además de que en un inicio,
siempre están dispuestas a rescatar a su adicto.
Les prestan dinero, les pagan sus cuentas, le hablan al jefe
para justificar
que no fueron a trabajar, les permiten, ceden,
además,
de que la economía siempre sufre un descalabro por su forma
de ingerir alcohol.
Accidentes, choques, cuentas sin pagar, olvido de responsabilidades, etc.
Pero por supuesto, que tienen una pareja llena de
cualidades que siempre sale a solventar sus problemas.
En cierta forma en aras del amor está muy bien la solidaridad,
pero cuando se trata de rescatar a los adictos,
se convierte en un infierno
y en una gran ruptura.
Las parejas de los alcohólicos, generalmente
van espaciando la intimidad sexual,
porque sus parejas siempre huelen a alcohol, se quedan dormidos o se tornan violentos.
Y seguramente vives con un gran dolor.
Sí estás conviviendo con una pareja alcohólica, lo más importante
es reconocerlo,
y asumir, que no cambiará jamás por ti.
Tu pareja es quien tiene que tomar la determinación de su recuperación.
Y tu también necesitas un proceso de tratamiento para comprender
tus formas codependientes de relacionarte.
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